
Imaginemos que todas estas partículas, de alguna manera se dirigen hacia la zona aislada de manera progresiva, es decir, cuanto más cerca estén estas partículas mayor es la velocidad con la que se desplazan, ya que la distancia a su vez es menor.
La zona aislada llamada Pir-Loh, debido a sus avanzados instrumentos tecnológicos se cercioraría de la peligrosidad de la situación e idearía una solución. El problema sería que este choque de partículas hacia una zona la cual, digamos que estaría rodeada por una especie de superficie galáctica estable, quedaría destruida o se produciría en ella una catástrofe.
La zona galáctica Pir-Loh tenía, por tanto que actuar con rapidez, pero pronto dieron con la solución.
He aquí donde entra la famosa Ley de la Escala de nuestro amigo Galileo.
Está claro que se necesitaría en toda la superficie de Pir-Loh una especie de "escudo".
Así pues, idearon lo siguiente: Se dispusieron a hacer injertos de una especie de sustancia muy resistente a todo material, sobre todo al líquido y gaseoso. Estos injertos eran suministrados por unas poderosas sustancias biatómicas, las cuales los hacía crecer cada vez en mayor proporción. Su superficie aumentaba en una proporción de l2 y su volumen lo hacia en l3, así como su masa. Por tanto, cuanto mayor era su superficie, aún mayor era su volumen. Todos estas sustancias acabaron cubriendo toda la superficie de Pir-Loh, con la esperanza de que este invento pudiera soportar la fuerza que ejercerían las partículas al colisionar y que a la vez, el choque fuera estático, no elástico, de lo contrario, más adelante tendrían que volver a idear un nuevo plan, pero pensándolo bien, ¿Qué les importaba? Otros detrás llegarían y tendrían que utilizar sus neuronas para intentar igualar o superar a sus antecesores, porque de hecho, el plan funcionó.
1 comentario:
Buff, más paranoia que física. Pero muy imaginativo, sí señor.
Publicar un comentario